jueves, 25 de julio de 2013

Las Guerras Púnicas. Auge y Caída del Imperio Cartaginés




Las Guerras Púnicas son una serie de tres guerras libradas entre Roma y Cartago en los años 264 a 146 antes de Cristo. A la vez, fueron probablemente las más grandes guerras que habían tenido lugar hasta ese momento de la historia. Como vimos en la ficha 3, los Cartagineses eran Fenícios Púnicos, y los romanos llamaban a los cartagineses ” punici”. Sin embargo los cartagineses llamaban a este conflicto, guerras romanas. Y una vez mas, como la historia la escriben los ganadores, se conocen como guerras Púnicas.


Tras la anexión por parte de Roma, de la Magna Grecia, ocurrida a principios del siglo III a. C., surgió la rivalidad entre Roma y Cartago, por el dominio del Mediterráneo occidental.

Primera Guerra Púnica (264 a. C.-241 a. C.)

La Primera Guerra entre Roma y Cartago empezó como un conflicto local en Sicilia entre Siracusa, liderada por Hierón II, y Mesina, controlada por los Mamertinos.


los Mamertinos se dedicaron a la piratería, tanto por tierra como por mar, y convirtieron el pueblo de Mesina en una base permanente para sus continuas expediciones de saqueo por Sicilia y sus costas. A partir del 270 a. C. Hierón II les plantó cara, y para el 265 a. C. el ejército de Siracusa había logrado asediar Mesina tras vencer a los Mamertinos en repetidas ocasiones.

 
moneda de Siracusa con la efigie de Hieron II
 Los Marmetinos, viéndose en mala situación, requirieron la ayuda de la armada de Cartago, para luego traicionarles solicitando ayuda al Senado Romano para defenderse de la "agresión cartaginesa". La República de Roma respondió enviando una guarnición armada con el fin de asegurar Mesina, y entonces los enfurecidos cartagineses, liderados por Amílcar Barca decidieron ayudar militarmente a Siracusa. 
grabado de una batalla naval entre Roma y Cartago en la primera Guerra Púnica

Con ambas potencias involucradas en el conflicto local, este pronto se convirtió en una guerra a gran escala entre Roma y Cartago por el control de Sicilia.

Los romanos, convencidos en que para derrotar a Cartago debían también privarle de la supremacía naval en el mediterráneo occidental, se emplearon a fondo en su empeño. La primera gran flota romana se construyó tras la victoria de Agrigento, en 261 a. C., botando de sus improvisados astilleros más de un centenar de quinquerremes; las naves más modernas de la época, con una gran maniobrabilidad fruto de sus cinco remeros por fila. 
  

Quinquerreme romano
Los romanos equiparon sus nuevas naves con un aparato llamado Corvus. En lugar de maniobrar para poder realizar un abordaje, que era la táctica naval estándar de la época, el corvus consistía en un puente móvil que se dejaba caer y quedaba firmemente anclado gracias a unos garfios de hierro situados en su parte inferior. Una vez las dos naves quedaban unidas, los legionarios romanos abordaban el barco cartaginés y vencían a su débil infantería. Las naves equipadas con el corvus simplemente navegarían pasando al lado de la nave enemiga y dejarían caer el puente, para después enviar legionarios cruzando a pie hasta la nave enemiga como tropas de abordaje 

Corvus romano al abordaje
En la primavera del 241 a. C. llegó una flota cartaginesa cargada de abastecimientos para ambas ciudades sitiadas (y por lo tanto con la maniobrabilidad reducida). Pero, al haber estado inactiva durante dos años en los puertos, sus tripulaciones estaban muy mal adiestradas.


Catulo decidió hacer frente a dicha flota para evitar que Amílcar Barca fuese abastecido por ella, frente a las islas Egadas. Sería en este momento, en la batalla de las Islas Egadas, el 10 de marzo de 241 a. C., en la que se decidiría el final de la guerra. La flota de Catulo, superior en todos los aspectos, venció a la flota cartaginesa, infligiéndole 120 bajas entre naves hundidas o capturadas


La Segunda Guerra Púnica (218 a. C.-201 a. C.)


Esta es la más conocida de las tres, por producirse en ella la famosa expedición militar de Aníbal contra Roma cruzando los Alpes.

                                

 Durante la Segunda Guerra Púnica se combatió en tres escenarios principales: Italia, donde Aníbal venció a las Legiones romanas de forma continuada; Hispania, donde Asdrúbal Barca, hermano menor de Aníbal, defendió las ciudades coloniales cartaginesas hasta que fue obligado a retirarse hacia Italia; y Sicilia, donde los romanos mantuvieron siempre su supremacía militar frente a los intentos cartagineses de recuperar la isla.

Anibal
                                                       
Desde el final de la Primera Guerra Púnica, el Mar Mediterráneo estaba controlado casi completamente por la armada romana, de modo que el ejército no podía trasladarse por mar.
 Así que Aníbal, para sorpresa de propios y extraños, decidió llevar al ejército por tierra, cruzando los Alpes. El paso de los Alpes por el ejército de Aníbal fue considerado en su día una hazaña militar sobresaliente.

                                                     

Aníbal entró en Italia al mando de un ejército cartaginés reforzado con infantería gala e hispana, caballería númida, y otros mercenarios, así como doce elefantes. Aplastó de forma contundente a todas las fuerzas que los romanos le opusieron, especialmente en las batallas delTrebia, del lago Trasimeno y de Cannas.                   
Pero la falta de efectivos y maquinaria de asedio le impidió conquistar la ciudad de Roma, con lo que le fue imposible asestar el golpe crucial con el que esperaba acabar la guerra.

Soldados cartagineses


El joven comandante Publio Cornelio Escipión, que ya se había enfrentado con las fuerzas de Aníbal en Italia, consiguió tras varios enfrentamientos vencer a las tropas cartaginesas en Hispania lideradas por Asdrúbal Barca y obligarlas a retroceder.

Asdrubal Barca
 Asdrúbal, sabedor de que su hermano no podía realizar el asalto final sobre Roma por la falta de efectivos, y viendo que la situación en Hispania iba empeorando progresivamente, decidió intentar unir su ejército mercenario con el de Aníbal en Italia, por lo que abandonó Hispania y cruzó también los Alpes siguiendo sus pasos. Asdrúbal entró en Italia por el valle del Po. Allí le estaba esperando Cayo Claudio Nerón al mando de un gran ejército romano: la idea de tener otro gran ejército cartaginés en su suelo causó terror en Roma, y decidieron oponerle todas las fuerzas disponibles.

 

El comandante romano, sabedor de la necesidad de destruir el nuevo ejército cartaginés a cualquier precio, consiguió rodearlo tras sacrificar a 700 de sus mejores hombres en una maniobra de distracción. Asdrúbal, sabiéndose perdido, se arrojó sobre las líneas romanas, prefiriendo la muerte a ser capturado. Los romanos arrojaron su cabeza al campamento de su hermano Aníbal poco después, quien procedería a retirarse hacia las montañas.



Aníbal recibió la orden de abandonar el ejército de Italia y volver a toda prisa a Cartago a preparar la defensa y enfrentarse a Escipión. Sin embargo, sufrió una derrota decisiva en la batalla de Zama el año 202 a. C.


Cartago pidió la paz, y las condiciones romanas fueron terribles: todas las colonias cartaginesas fueron entregadas a Roma, recibió la obligación de entregar a Roma una cuantiosa indemnización, y se le prohibió volver a tener unas fuerzas armadas o reclutar mercenarios, pasando a depender de Roma para cualquier tema relacionado con su propia defensa.



Tercera Guerra Púnica (149 a. C.-146 a. C.)


Comprende casi en exclusiva la batalla de Cartago, una operación de asedio de larga duración que acabó con el saqueo y la destrucción completa de la ciudad de Cartago. Las causas de la guerra fueron, por un lado, el creciente sentimiento anti-romano en Hispania y Grecia, y por el otro, el visible resurgir del poderío militar cartaginés, reducido artificialmente por Roma tras la Segunda Guerra Púnica.



Obligada a un ejército puramente nominal por las condiciones del tratado de paz con Roma, Cartago sufría regularmente incursiones de saqueo desde la vecina Numidia, las cuales, a raíz del mismo tratado, eran arbitradas por el Senado romano, quien solía favorecer a ésta en la mayoría de sus resoluciones. Tras soportar esta situación durante casi cincuenta años, Cartago consiguió pagar todas las indemnizaciones de guerra que le debía a Roma, tras lo cual comunicó públicamente que dejaba de considerarse ligada a las restricciones del tratado, en contra de la opinión de Roma. Organizó un ejército para resistir a la siguiente incursión númida, aunque perdió, lo que le supuso el pago de más indemnizaciones (esta vez a Numidia). 


Durante el año 149 a. C., Roma realizó una serie de reclamaciones, a cual más exigente, con la clara intención de empujar a Cartago a una guerra abierta.
Se demandó que la ciudad fuera demolida y trasladada a otro punto más hacia el interior de África, lejos de la costa. Esa fue la gota que colmó el vaso de la paciencia cartaginesa. Se negaron a aceptar tal demanda, y Roma declaró el inicio de la Tercera Guerra Púnica.


 La población de Cartago, que hasta el momento había confiado principalmente en el uso de mercenarios, tuvo que tomar una parte mucho más activa en la defensa de la ciudad. Se fabricaron miles de armas improvisadas en un corto espacio de tiempo, llegándose incluso a emplear pelo de las mujeres cartaginesas para trenzar cuerdas de catapulta, con lo que se logró rechazar el ataque inicial romano.

Una segunda ofensiva, liderada por Publio Cornelio Escipión Emiliano, acabó tras un asedio de tres años de duración en el que finalmente los romanos lograron romper las murallas de la ciudad, la saquearon, y procedieron a quemarla por completo hasta sus cimientos. Los habitantes supervivientes fueron vendidos como esclavos, y Cartago dejó de existir hasta que César Augusto la reconstruyera como colonia para veteranos, un siglo más tarde.

ruinas de Cartago en la actualidad en Túnez



martes, 23 de julio de 2013

Prehistoria en la Península Ibérica III - La Edad de los Metales



El empleo de los metales supone un gran avance en el marco cultural, en el ocaso de la época neolítica. La edad de los Metales se divide en : Edad de Cobre, Edad del Bronce y Edad del Hierro.
 


A la Edad de Cobre se asocian dos culturas en la Península Ibérica:

Entre los años 2.500 y el 1.800 a. C. surge en la zona murciana y almeriense la Cultura de los Millares, nombre del principal yacimiento. Pertenecía a una sociedad densamente poblada, con una agricultura de regadío más desarrollada. En el poblado se pueden observar inmensas murallas y otras obras de fortificación.
Poblado de la Cultura de los Millares en Almería (Andalucía)

Otra cultura dentro de la Edad del Cobre es la Cultura del vaso campaniforme, desarrollada entre el 2.200 y el 1.700 a. C., cuya principal característica es su distribución por toda Europa. Hay una gran presencia de cuencos y vasijas cerámicas con la forma de campana invertida y una serie de objetos de ajuar de cobre en tumbas que evidencian la existencia de élites sociales diferenciadas por su nivel de riquezas.


En el centro peninsular hallamos también la cultura de Las Motillas, elevaciones defensivas situadas en el entorno del Guadiana.

La Motilla era un poblado fortificado situado en llanura que ocupa de forma casi exclusiva las vegas de los ríos y las depresiones pantanosas, destaca extraordinariamente sobre el terreno circundante, ya que presenta un aspecto de montículo de forma cónica con dimensiones que oscilan entre los 4 y 11 metros de altura.

Estas fortalezas circulares (Morras en Albacete) tienen una disposición de anillos concéntricos en torno a una gran torre central de planta rectangular o cuadrada, de gran envergadura que llega a alcanzar los 6 metros de altura, como en el caso de la Motilla del Azuer.
 Motilla del Azuer


Entre motilla y motilla había una equidistancia de 4 a 5 kilómetros, según las zonas, pero siempre buscando mantener el contacto visual


vista aérea de la Motilla de Azuer

En el río Azuer, en el término municipal de Daimiel, encontramos las Motillas del Azuer, las Cañas, Zuacorta, Casa del Cura, de la Vega Media, de la Albuera, Daimiel, y de la Máquina. También en las Lagunas de Ruidera se localizan hasta 23 de distinta tipología y a una distancia visual, en algunos casos de tan solo 1 kilómetro. Estas son las más estudiadas. Aún quedan muchas por descubrir en la cuenca media y alta del Guadiana y sus afluentes.

También comenzó el desarrollo de la cultura talayótica hacia el año 2.000 a. C. en las Islas Baleares. Su nombre deriva de las grandes torres defensivas, troncocónicas y construidas con enormes piedras en torno las cuales se establecían los poblados, llamados Talayots.


talayot


 
  

Además, había otro tipo de monumentos llamados Taulas, que al parecer eran altares de sacrificio situados al aire libre, de tres o cuatro metros de altura, de las que se conservan una treintena en Menorca.


 El tercer tipo de monumento caracterizado por su vastedad era la Naveta, edificio rectangular terminado en ábside y construido con grandes bloques de piedra, que servía como lugar de enterramiento colectivo.

Naveta des Tudons



La Edad del Bronce

En Almería, Granada y Murcia se desarrolla la cultura de El Argar


La ciudades están fortificadas , y son bastante grandes, a su alrededor se desarrolla una importante agricultura y ganadería junto a la industria metalúrgica donde desempeñan un papel fundamental el cobre, la plata, el oro y las distintas aleaciones que dan lugar, por ejemplo, al estaño y al bronce.
 
recreación de un poblado de la cultura del Argar
 Aparece el poder político superior a los clanes y familias, y cambia de manera brusca la organización social. Aquí se fija la aparición de una vida urbana en un sentido más próximo a nuestros días. El control de las materias primas es elemento constitutivo de castas.

Ajuar encontrado perteneciente a la Cultura del Argar 

La red de relaciones y comunicaciones, creada por estos pueblos entre sí, se va a mantener casi intacta hasta época romana.

Cuencos de oro repujado y pulseras forman el famoso tesoro de Villena (Alicante) . Zona limítrofe con la cultura del Argar.

Tesoro de Villena

La Edad del Hierro
La Edad del Hierro transcurre desde el año 1000 a. C. hasta aproximadamente el comienzo de la conquista romana de Hispania, en el 218 a. C. Esta es la última etapa prehistórica que, en el territorio peninsular, coincide con la colonización de los pueblos mediterráneos (fenicios, griegos y cartagineses) y de los pueblos del norte de Europa (los celtas) y donde pasamos a la História, en el momento que los pueblos comienzan a dejar testimonios escritos de su existencia. 
Luego en esta época convivirán pueblos que todavía están en la prehistoria con pueblos que conocer la escritura pasan a la Historia.



el hierro no comenzó a trabajarse hasta el año 1.200 a. C., y durante siglos todavía compartió con el bronce (a veces más estimado) la primacía de material para la fabricación de armas, útiles y adornos.
  



La metalurgia del hierro tardó mucho tiempo en descubrirse, pues aunque la materia abundaba en muchas zonas, la elevada temperatura a la que se funde (unos 800ºC) determinó que sólo la casualidad hiciera posible el hallazgo.


En la Península es prácticamente imposible precisar la entrada del nuevo metal, principalmente porque durante algunos siglos coexistió con el bronce. Es posible que lo trajesen los fenicios al establecerse en la península hacia el año 1.000 a. C., o bien los griegos, que fundaron su primera colonia en este país, probablemente Rhodes (Rosas, Gerona), en el siglo VIII a. C. Tampoco hay que olvidar que a partir del 900 a. C. comenzaron las oleadas célticas en la península, cuyo metal ya conocían, además de ir armados con espadas, lanzas, escudos y cascos del mismo.




Prehistoria en la península Ibérica II - El Neolítico

El comienzo del Neolítico en la Península Ibérica, y con ello los avances del Neolítico llegaron a nuestro territorio por mar y fueron introducidos por grupos humanos procedentes de oriente que se instalaron inicialmente en la zona costera mediterránea.



El Neolítico antiguo (entre el 6000 y el 4000 a.c.) 

 Al parecer, estos pueblos introdujeron las plantas y las especies de animales domésticos que constituían su fuente de alimentación.

La nueva forma de vida pronto se extendió desde Cataluña a Andalucía, llegó hasta el Sur de Portugal y paulatinamente fue extendiéndose hacia el interior, siendo adoptada por la población autóctona. Aun así, las zonas más alejadas de la costa mediterránea quedaron algo aisladas de las novedades


Presencia de un tipo de cerámica que se conoce como cerámica cardial con una decoración hecha a base de impresiones de conchas de berberechos sobre el barro fresco.


ejemplos de cerámica Cardial de la Península Ibérica.

En esta fase sigue siendo lo más común la vida en cuevas y abrigos naturales.
Aunque se practicaban la agricultura y la ganadería, la caza y la recolección seguían siendo actividades muy importantes para el sustento de la comunidad. En cualquier caso, los datos apuntan a que la ganadería era la principal fuente de alimentación de estos primeros pobladores neolíticos de la Península Ibérica.





El Neolítico pleno (entre el 4000 y el 2500 a.c.)

A partir del año 4000 ac. comienza una nueva fase de la revolución neolítica en la Península Ibérica; se produce una extensión hacia el interior de la península de las culturas neolíticas, que van siendo adoptadas por las poblaciones autóctonas.


El desarrollo del Neolítico en esta etapa volvió a estar relacionado con la llegada de nuevos pobladores procedentes del Este, que introdujeron las novedades.
La agricultura va ganando terreno como fuente de la alimentación. Los productos cultivados comienzan a ser más variados y a los cereales se añaden las legumbres. La caza y otras actividades tradicionales continúan, pero van perdiendo terreno.


Un avance espectacular que se produce hacia el final del Neolítico es el desarrollo de la cultura megalítica, que tiene su seña de identidad en las construcciones con grandes bloques de piedra, a veces de unas dimensiones espectaculares. Estas construcciones, que suelen tener un sentido simbólico, religioso y de enterramiento, nos hablan ya de comunidades muy bien organizadas y con un alto desarrollo técnico (dentro de lo que puede esperarse en la edad de piedra).
 
Menhir

Sus tipos básicos son el menhir y el dolmen. El menhir Consiste un único megalito (monolito) hincado en el suelo verticalmente y no se le puede adjudicar un uso claramente funerario. A veces se presentan agrupados en hileras, dando lugar a un alineamiento como el de Carnac; también pueden presentarse formando círculos constituyendo entonces un crómlech, cuyos ejemplos más sofisticados son los henges de Inglaterra. 
Cromlech de los almendres en Portugal es el mejor conservado de toda la Península Ibérica

Más complejo que el menhir es el dolmen que está formado por dos o más grandes piedras sobre los que se apoya una losa colocada horizontalmente. En España son abundantes, destacando entre otros los de Dombate (Galicia), Sakulo (Navarra), Laguardia y Eguilaz (Álava), Tella (Aragón), Pedra Gentil (Cataluña) y Tapias (Extremadura).

Dolmen de Dombate (Galicia) 
Una variedad más compleja de este último tipo es el dolmen de corredor y cámara, que consta de un pasillo o galería que conduce hasta una o dos cámaras.


Interior de la Cueva de Menga, Antequera (Málaga,España). Dolmen evolucionado a tumba de corredor: